Supervivencia

Querido pollito,

 No cuento meses desde que tenía 14 años y era una niña muy rebelde con el pelo negro a media espalda. En estos tiempos tan extraños, contar los días es cosa de vida o muerte. Pero no es solo por eso que los cuento. Contigo, voy a celebrar cada mes en nuestra linda y sencilla manera, porque no debe ser coincidencia que te conocí en uno de los días más felices de mi vida. Cuando digo linda y sencilla, me refiero a que yo te doy una fruta y tú, me das un beso. Un intercambio justo y satisfactorio para las partes, y uno que felizmente haré mientras que la salud pública nos lo permita. Desee quererte y así lo hecho, sin medida, pero sin prisa. Seguiremos contando días, idealmente en persona y no por teléfono. Pero si es teléfono lo que nos toca, ¿qué importa? Por llamada también me pones nerviosa. Y sacarte una risa es suficiente para hacer de cualquier día uno bueno. Sigues siendo algo que esperar, elemento fundamental para la supervivencia.

Anterior
Anterior

La piedra de mi casa

Siguiente
Siguiente

La vida se me escapa